Encuentro entre estudiantes de geografía y movimientos sociales en el Pallars

El pasado viernes 26 de abril los estudiantes de la asignatura de Geografía de Montaña del Grado de Geografía y de la asignatura de Medio Ambiente y Sociedad del Grado de Ambientales de la Universidad de Girona se encontraron con personas militantes de los colectores ·lectivos de la Plataforma Unitaria Contra la Autopista Eléctrica (PUCAE) y de Salvem Lo Pallars (SLP) en el Ateneo del Pallars (Rambla Dr. Pearson 7, Tremp) para hablar sobre la transición energética y la afectación que ésta está generando en el territorio, concretamente en el Pallars Jussà.

Primero se presentaron las personas de los colectivos y explicaron qué trabajo están realizando. Por un lado está la PUCAE, que nace en 1998 en Tremp, para luchar contra la autopista eléctrica Monzón-Isona, una línea de Muy Alta Tensión, conocida como MAT, que cruzaba de Aragón (Monzón) a Cataluña (Isona ). Querían conectar esta línea de muy alta tensión a Isona, en una subestación, para después llevarla a Barcelona y en todas partes. Por otra parte, SLP, nace en pleno confinamiento de la pandemia de la Covid19 (2020), como respuesta a los proyectos de instalaciones de más de 700 ha de placas fotovoltaicas. Además, de las personas que vinieron a compartir con las estudiantes también había representantes del Ágora Pallaresa, un espacio de encuentro para repensar el modelo de desarrollo en el Pallars y que busca alternativas frente al expolio que están sufriendo.

Durante la conversación/debate abordamos varias cuestiones: ¿Qué está pasando con la energía? ¿Qué significa que debemos descarbonizar la economía y qué pautas se están dando para hacerlo? ¿Quién está sufriendo los efectos de la llamada transición energética? ¿Cómo hacer para revertir el desequilibrio territorial que existe en Cataluña?

Llevamos 5 años en emergencia. El 14 de mayo de 2019 el Gobierno de Cataluña declaró formalmente la emergencia climática en nuestro país.

La cuenca mediterránea se está convirtiendo en una de las zonas más vulnerables de Europa al cambio climático, con un incremento de los períodos de sequía y una reducción en la productividad de los cultivos, dos de los problemas más graves que deberá afrontar la región.

La Generalitat de Catalunya, siguiendo las directrices de la Unión Europea y el Acuerdo de París, se comprometió a que en el 2030 la mitad de la energía que se consuma en Cataluña venga de fuentes de energía renovables.

En 2017 el Parlamento de Cataluña aprobó la ley 16/2017, del 1 de agosto, del cambio climático, donde se plantea reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, así como favorecer la transición hacia una economía neutra en emisiones, lo que se ha llamado: la descarbonización de la economía, es decir desvincular la economía de los combustibles fósiles (petróleo, carbono, etc..). Además, un decreto ley de noviembre de 2019 facilita la implantación de plantas fotovoltaicas y de parques eólicos en territorio catalán, para conseguir estos objetivos.

En Cataluña, sin embargo, ninguno de los tres objetivos fijados por la Unión Europea se cumple. Estos objetivos son: 1. incrementar el uso de las energías renovables hasta un 20% del consumo bruto de energía final; 2. reducir un 20% el consumo de energía primaria; 3. reducir un 20% con relación a 1990 las emisiones de gases de efecto invernadero en el horizonte de 2020.

En 2018 estas emisiones no sólo sueño no habían disminuido sino que habían aumentado un 14% respecto a 1990. Y la aportación de las energías renovables sobrepasaba justo el 5% (o sea que no llegábamos ni a una cuarta parte del objetivo fijado por la UE).

Con estos datos se hace evidente la necesidad de transicionar, y de forma rápida, hacia un modelo de vida con menos emisiones, y eso también afecta a la energía, que en Cataluña es el responsable directo del 14% de las emisiones.

Las energías renovables a día de hoy sólo representan un 16,1% de la producción eléctrica, mientras que la mayor parte procede de las centrales nucleares (52,1%), de las centrales térmicas (19,4%) y de la cogeneración (11,9%), aquella que se produce a partir de la energía que no se utiliza de las centrales nucleares para bombear el agua hacia arriba en las hidroeléctricas para después poder generar energía cuando esta agua desciende.

El sistema eléctrico actualmente vigente en Cataluña tiene 3 problemas principales: Hay un fuerte desequilibrio territorial, mientras que las comarcas del Camp de Tarragona y de las Terres de l’Ebre generan más del 70% de la electricidad, sólo consumen un 15 ,4%. En el extremo opuesto, se encuentran las comarcas de la región metropolitana de Barcelona y las Comarcas Centrales, con una generación eléctrica del 15% y un consumo del 67,9%. Además está basado en fuentes contaminantes y peligrosas, con centros productores alejados de los centros consumidores haciendo que la electricidad deba transportarse a través de líneas de alta tensión o de muy alta tensión, las llamadas MAT, lo que provoca pérdidas estimadas en el transporte de entre un 10 y un 15%. Por último, este sistema está controlado por pocas empresas (Endesa, Iberdrola, Naturgy…) integradas en un sistema centralizado de regulación del sistema eléctrico por parte de la Red Eléctrica de España. Todo ello hace que se trate de un sistema muy alejado de los ciudadanos y que los territorios en los que están instaladas estas grandes centrales tampoco se vean muy beneficiados.

Aquí en el Pallars Jussà están intentando crear la primera comunidad energética comarcal, Energia Jussà. La idea de las comunidades energéticas es reapropiarnos, como sociedad, de la producción de la energía y poder luchar contra las grandes empresas que tienen el monopolio del mercado.

Estuvimos conversando sobre todos estos temas, escuchando las estrategias de los colectivos e intentando encontrar formas de revertir los problemas mencionados. Hablamos también sobre decrecimiento, de que los centros productores y consumidores estuvieran lo más cerca posible para reducir las pérdidas de transporte (aproximadamente un 15%) y de generar vínculos de proximidad para las necesidades básicas. Y también debatimos sobre la escalera de la gobernanza, poniendo en el centro el bien común, desde una escalera municipal.

Fue una jornada muy enriquecedora. ¡Agradecemos muchísimo la presencia de los dos colectivos y esperamos poder seguir trabajando juntos!

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